Dos antiguos amigos se reencuentran después de décadas. Don Agustín y el profesor Lorenzo vuelven a conversar sobre sus vidas, experiencias, perplejidades e incertidumbres. Ángelo Guíñez Jarpa, con estos dos personajes, desarrolla lo que podría denominarse una catequesis narrativa. Esta vuelve a poner ante nuestra mirada verdades eternas olvidadas, a causa del silencio de los pastores, su raquítica o nula vida de piedad y el adoctrinamiento extraviado propiciado por el Concilio Vaticano II. Cruda realidad instigada por el Modernismo e impuesto por un autoritarismo eclesiástico que “dialoga” con el mundo, para acabar sometido a él y a su agenda anticrística.