«El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios».
San Gabriel dice a María: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo!
En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno. Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!